lunes, 21 de diciembre de 2009

TOD BROWNING, el Edgar Allan Poe del cine.


Ya a la temprana edad de 16 años, abandonó su casa por su primer amor: el circo. En su juventud viajaba con las ferias como ayudante e incluso haciendo trucos de magia y representando pequeños papeles.

En sus idas y vueltas en el mundo del espectáculo conoció al -para esa época ya- renombrado director D W Griffith quien lo introdujo en el cine. De papeles menores a actor de reparto en la obra maestra de la época (Intolerance, 1916), Tod Browning se fue ganando su espacio en el mundo cinematográfico.

Un desafortunado accidente automovilístico lo inmovilizó transitoriamente recluyéndolo de la vida actoral, aunque no del cine. Se dedicó a escribir guiones para varios directores, hasta que finalmente pudo regresar, luego de dos años de letargo.
Sus primeras obras tuvieron un recibimiento meramente cordial, sin maravillar, hasta que su incursión en la Universal lo llevó a lo que sería el secreto de su éxito. Conoce a Lon Chaney, quien ya era respetado en ese entonces, pero sus grandes papeles, los que lo llevarían a la inmortalidad, llegarían de la mano de Browning.



LA PROFANACIÓN DEL CIRCO: THE UNHOLY THREE (1925)


Su afición por mostrar la criminalidad y lo grotesco lo sepultaron en un mar de críticas del que dificilmente pudo salir. Sus películas eran censuradas, pero aún así la gente huía horrorizada de los cines.


The unholy three, por otra parte, fue la gema en el pantano. Basada en la novela de Tod Robbins, trataba sobre tres circenses que forman una hermandad (Echo -Chaney-, un ventrílocuo estafador, un enano que se hace pasar por bebe y un hombre forzudo) y se dedican a la delincuencia mediante un astuto plan.


La formula del antihéroe se haría tan popular en sus películas como exitosa.




AMOR CRIMINAL: THE UNKNOWN (1927)


El circo se vuelve un tema recurrente en los films de Browning, extrañamente siempre relacionado con lo oculto, el amor prohibido, el crimen y la muerte.



En este film, el hombre de los mil rostros encarna a Alonzo, the armless, un "fenómeno" de circo que hace pruebas con los pies por no poseer brazos, el cual resulta ser un criminal y falso fenómeno prófugo de la ley, y finalmente se amputa los brazos por el amor de una joven.



LA CUMBRE DEL HORROR: FREAKS (1932)

Esta es quizás la más recordada (junto con Drácula, 1931) de las películas de Browning. Tanto por la novedad que significó en la época como por el horror que causó. 'Freaks' fue duramente censurada y en algunos países incluso prohibida. Se la consideró una abominación: no estaba interpretada por actores sino por fenómenos genuinos.

El argumento está basado en la novela de ficción de Tod Robbins, 'Spurs' y también se desarrolla en el circo. Harry Earles (el enano-bebé de The Unholy Three)
se enamora de Cleopatra, la bella trapecista, quien junto con su amante (el forzudo domador de bestias) intentan engañarlo para quedarse con su fortuna.

El punto fuerte de la historia incide en la hermandad entre los 'Freaks' donde el dolor de uno es el dolor de todos y quien dañe a uno de ellos sufrirá la ira de los demás.
En contraposición a esto, Browning juega con las identidades de los personajes, mostrandonos a los "monstruos" dotados de un inmenso valor humano y a la extrema normalidad (la belleza y la fuerza) como verdaderos monstruos.



Las críticas arruinaron la reputación de Browning, que ya de por sí era inestable, a tal punto que el cineasta jamás pudo recuperarse.
Los años siguientes pasaron sin pena ni gloria e inevitablemente cayó en el olvido.

Luego de su retiro del cine, él y su esposa se radicaron en su mansión de Malibú y luego de la muerte de está, Browning se autoexilió en eterna soledad hasta su muerte, en octubre de 1962.

En la actualidad es considerado el precursor del cine de horror y de culto, aunque en vida siempre fue visto como un hereje o simplemente un loco obsesionado por los monstruos.

jueves, 17 de diciembre de 2009

LA SANGRE, SIGNO DE LA JUVENTUD

Cuando los años siguen la huella de la vida, las manifestaciones se dan en la apariencia, en la motricidad pero fundamentalmente, en el físico-externo y en la piel. Muchos años atrás, a fines del Siglo XVI, comienzos del siglo XVII, una mujer húngara conocida como “La Condesa Sangrienta”, descubrió en su ignorancia solitaria apoyada de poder y morbosidad, que la sangre de las jóvenes detenía la vejez…

Erzsébet Báthory nació en el Reino Húngaro el 6 de agosto de 1560, y obtuvo una infancia destacable, recibiendo una cultura general excepcionante, alcanzando fluidez en tres idiomas, obteniendo una educación perfecta pero sin la libertad de opinión y discernimiento.

Se casó a los 15 años con el Conde Ferenc Nádasdy –El Héroe negro de Hungría, por su desempeño en las guerras-, con quién se mudó al Castillo Čachtice de Csejthe junto con su suegra, que la odiaba.

Al morir su marido en 1604 en el campo de batalla, se deshace de su suegra y toda la familia Nadasdy, para vivir sus días de poder y riquezas. Su adultez y la ausencia de la imagen masculina, la indujo hacia años de amantes y perversiones sexuales, lesbianismo, de brujería, alquimia y por sobre todas las cosas, de experimentar tras un incidente, la capacidad de borrar las arrugas.

Su descubrimiento se produjo por accidente, cuando era peinada por una de sus sirvientes, quién sin quererlo, le tiró del pelo recibiendo en respuesta un golpe en el rostro, por parte de la Condesa, quién la hizo sangrar, salpicando el brazo de Bathory. Ella notó en su extremidad que, con la sangre, la piel se volvía como un seda, sin marcas haciendo desaparecer las arrugas devenidas con los años y es allí donde comienzan los crímenes.

Fueron sirvientas, campesinas jóvenes bellas –condición preferente y primordial para que el experimento tuviese éxito-; realizó un harén de mujeres ingenuas persuadidas por trabajo o por regalos, un sótano como enjambre de abejas, el baño de sangre, ídem a la esperanza para su eterna belleza.

Desesperadamente, los mordiscos arrebatadores, propios del vampirismo, hacia las víctimas, no fueron un mecanismo usado en reiteradas ocasiones por la condesa pero sí, métodos extraños que demostraban la perversión, como lpor ejemplo, un jaula de cuchillas en la que metía a las chicas mientras la mecía con una soga, esperando el desangrado que cubra de roja-inocente sangre, su piel de cuatro décadas. Ésta, fue sólo una forma de tantas.

Fuera del castillo, encontraron algunos cadáveres, sospechando la actividad dentro del mismo, además de la desaparición de la juventud femenina en el pueblo, por lo que el conde György Thurzó se encargó de la investigación descubriendo dentro del castillo decenas de cuerpos descompuestos, o sangrando vivos en la inmensidad del ambiente frío.

Por su virtud de Condesa, parte de la nobleza, Erzsébet no podía ser enjuiciada, como sus cómplices, castigados brutalmente, decapitados, a excepción de las brujas, a quienes les arrancaron los dedos con tenazas antes de quemarlas vivas.

Bathory fue castigada a vivir encerrada en su castillo totalmente cubierto de una construcción que, ni siquiera permitía la entrada de la luz del sol y sí, solamente una pequeña hendidura por donde se le pasaba alimentos; allí, sin sus pertenencias, en la oscuridad y soledad de su hábitat que se llevó el alma de 650 jóvenes; estuvo cuatro largos años hasta que dejó de aceptar el desperdicio que le daban muriendo, el 21 de agosto de 1614, a los 54 años.


lunes, 14 de diciembre de 2009

LA DONNA SCIMMIA

1
Julia estaba cansada de su vida marginada y de eterna rutina, pero sabía que debía mostrarse agradecida a sus amos, pues la gente no solía ser hospitalaria con "los de su clase". Su perturbadora apariencia la había mantenido en el ojo de un huracán que se alimentaba de crueles risas y llantos de pavor y aversión.
Pero un buen día brilló un rayo de esperanza en esa vida carente de satisfacciones. Por fin la oportunidad de huir e independizarse se materializaba en la figura de un curioso businessman del mundo del circo.

Juntos viajaron a Nueva York, abandonando su natal México y pronto Julia se volvería una gran atracción para los mirones de la gran ciudad.

2
Julia Pastrana era un mujer inteligente, sensible y de intereses artísticos... en fin, Julia Pastrana era una gran mujer, salvo por una gran particularidad: no se la consideraba miembro de la raza humana.
De circo en circo, la joven era exhibida como "el híbrido maravilloso" o "el eslabón perdido entre el hombre y el mono".
Por otra parte sus habilidades artísticas estaban cada vez más a la vista; Julia bailaba y cantaba con una virtuosidad inimaginada para alguien de sus características.


















Theodore Lent, su nuevo "propietario" la llevó por toda Europa en una exitosa gira donde Julia deleitaba con su melodiosa voz, en varios idiomas, y sus danzas españolas.
Pronto Julia se volvió muy popular, daba docenas de entrevistas por semana y todos querían conocerla, lo cual su promotor vio amenazada la fuente de toda su fortuna a tal punto de casarse con ella.


3
Dos años después Julia quedó embarazada. Debido a su pequeña estatura y estrecha figura, los médicos previeron un parto complicado. En efecto, Julia murió al dar a luz y su hijo no vivió más que unas horas.
Su esposo comercializó entradas para ver el agónico parto de Julia que culminó con la muerte de madre e hijo.
Pero la historia continúa... Lent vendió ambos cuerpos (el hijo nació con excesivo vello en todo su cuerpo) a un profesor de la Universidad de Moscú quien los disecó y momificó y exhibió en su propio museo.

Lent furioso -de que otro estuviese sacando el provecho que él podría obtener- inició acciones legales y finalmente obtuvo los dos cuerpos de vuelta.
Desgraciadamente para él, el éxito fue en declive, cuando increíblemente conoció a una chica de similares (aunque no tan excesivas) características de Julia.
La nueva pareja se casó y viajó por toda Europa exhibiendo tanto a la nueva atracción como a las conocidas momias.






















EPÍLOGO:
Theodore Lent enloqueció y poco se supo de qué le aconteció. Su nueva esposa continuó exhibiéndose junto a las momias por un tiempo, luego se casó y vendió los cuerpos a un antropólogo alemán.
El último rastro que hubo de ellas fue en 1979 donde unos vándalos irrumpieron en el galpón donde los conservaban. El niño quedó terriblemente dañado, abandonado en una zanja y devorado por las ratas.
Julia fue vista por última vez en el sótano del instituto forense de Oslo, a principios de los 90s (más de 100 años de su muerte), donde aparentemente se mantiene...

viernes, 11 de diciembre de 2009

HISTORIA DE AMOR Y NECROFILIA

“…Death of one sacrifice to avenge the raped corpse, blood of one mortal man the fire grows stronger within, fate of a frenzied lust…-Muerte de un sacrificio para vengar el cadáver violado del sepulcro; sangre de un hombre mortal, el fuego crece más fuerte dentro; destino de la lujuria frenética…-” (Necrophiliac, de Slayer, del álbum “Hell Awaits”- 1986-)

Su obsesión fue un deseo presente y eterno prolongado hasta el más allá de los días esperando, junto al cuerpo de su fiel amada, el momento inoportuno en que su corazón alemán se detenga, allí en aquel lugar que lo transporte a un nuevo mundo de libertades, devolviendo a su alma, la ilusión de la vida, los buenos recuerdos y los deseos extrañamente realizados durante su inolvidable camino de amor.



Para el radiólogo Carl Tanzler Von Cosel, tres sensaciones dominaron su bienestar sentimental y laboral en 1930: haber conocido a la joven cubana María Elena Milagro Hoyos, enferma terminal de tuberculosis; no haberla salvado de las manos de la inevitable muerte y finalmente, haberse enamorado de ella, desde el momento en que sus ojos se cruzaron con la dama de pelos negros, hasta el instante de la muerte del mismo médico.

Von Cosel nació en Alemania el 8 de febrero de 1877 pero, por la Segunda Guerra Mundial, tuvo que conocer continentes como Oceanía y América, en países como Australia, Cuba y Estados Unidos, donde finalmente se instalaría en Cayo Hueso, Florida, para trabajar en su profesión en el Hospital de la Marina.

El 22 de abril de 1930 conoce a la joven María Elena Milagros Hoyos, una cubana-estadounidense con Tuberculosis, muriendo el 25 de octubre de 1931.

Fue un período de una extraña necesidad de saber sobre ella, su historia, su presente, de visitarla, de llevarle sorpresas a Elena y a su familia y entablar una amistad secundaria a sus intenciones, cumpliendo con la caballerosidad personal y profesional. Siempre confusa su mirada en la soledad pero seguro de satisfacer el amor platónico, deseando a simple vista, pervertido e incoherente, rodeando sus ojos por el cuerpo imposible de una adolescente de 21 años, cara a cara, pero escondido, tras su perfil intelectual y su sonrisa enfermante.

El tiempo transformó en un verdadero sentimiento de amor, las viejas visiones sobre “una dama de cabellos negros” que la condesa fallecida Anna Constantia von Cosel, familiar de Tanzler, le había presentado durante las noches en sus viajes a Génova, Italia, antes de la Segunda Guerra.

Fueron muchas coincidencias, pero para el radiólogo, significaron tiempos de desesperación al saber que la historia le puso en sus manos, la vida del verdadero amor, haciendo cosas imposibles para curar una Tuberculosis irremediable, enfermedad mortal para aquellas épocas.

Su desgano producto del fracaso de palpar el ideal soñado y dejarlo escapar, produjo sus deseos de realizarle a Elena, un mausoleo, blanco, de una puerta ancha y con una especie de altar sobre el techo curvo de la construcción, merecidamente ganado por la joven para visitar todos los días. Su misión de destino y amor, jamás terminaron en el corazón latente de la difunta y menos de dos años después, el alemán robó el cuerpo de Hoyos para restaurarlo.

Necrofilia Pura

Su mente estaba convencida de que ella despertaría, por eso le hablaba y obtenía respuestas de que Elena quería salir de esa prisión pero a pesar de las palabras, sus labios no se movían, por lo que le ponía un vaso de vidrio en la boca para que ella le confirme su regreso a la vida, empañándolo.

Cada noche tenía su historia, sus charlas y promesas de libertad al lado del ataúd, en un silencio nauseabundo pero en 1933, todo continuó en su hogar, cuando robó el cuerpo para hacer lo posible en recomponerlo.

Vació sus órganos podridos y los llenó con trapos húmedos, en su vientre y sus pechos; los huesos fueron unidos con alambres y cuerdas de piano, los ojos fueron de vidrio, su piel descompuesta se transformó en poética seda de yeso, una peluca recuperando toda su cabeller; su cara, una máscara con su forma, siempre renovable, fiel a los recuerdos del radiólogo entre la vida y su sueño de sarcófago; el aroma a perfumes y desinfectantes y un tubo de metal cubierto en seda en su vagina para el acto sexual; su aspecto era la de una novia recién casada aunque tenía un extenso vestuario, de guantes, medias, vestidos y joyas, todos instrumentos necesarios y complejos para que la tanatopraxia fuese certera y decorada pero lo más importante, su rol en la cama, inmóvil y satisfactoria.

Los rumores de necrofilia llevaron a Nana, la hermana de Elena, a investigar la intimidad del alemán y confirmar la profanación. El cuerpo fue recuperado pero el castigo jamás llegó, a pesar de que el radiólogo fuese enjuiciado, ya que el caso quedó cerrado y Tanzler, en libertad.
El 23 de julio de 1952 Carl Von Tosel murió en su cama abrazado a una efigie con la forma de Elena…

Todo el romance de la eternidad, no pudo esperar sendas muertes porque la creencias de cielo y la perfección dominó cada minuto que su corazón no respiraba; pareciese que el destino tenía el nombre de la cubana a pesar de ser casado y con hijos, aunque este tipo de infidelidades son irrelevantes. Una historia verídica de los sentimientos enfermizos e irremediables de amor, constante y permamente, atrayendo admiradores de locuras ejemplares, provocando opiniones repugnantes y odiosos.
Lo cierto que es el amor fue incontrolable y la obsesión por tener la figura y piel de su amada, fue más allá de las imposibilidades físicas y espirituales.

No es el único caso de necrofilia en la historia, pero sí el más controversial. En 1947, el radiólogo escribió su autobiografía llamada “The secret of Elena´s Tomb”, además el escritor Tom Swicegood escribió esta fascinante historia de amor real en su libro “Von Cosel, a true story”(2003) y Ben Harrison en “Undying Love” (2001)


martes, 8 de diciembre de 2009

LEOPOLD & LOEB

“El asesinato es un arte, y como tal, el privilegio de cometerlo debería reservarse a unos pocos individuos realmente superiores. Y las víctimas, seres inferiores cuyas vidas carecen de importancia, obviamente.” (Alfred Hitchcock’s Rope, 1948)


Frank había muerto. Su inmóvil cuerpo yacía oculto en el asiento trasero del auto, donde sus dos atacantes -entre el temor y la excitación por la nueva y anhelada experiencia- intentaban mantener los ojos en la ruta, dirigiéndose al lugar dónde habían acordado deshacerse del cuerpo. Hecho esto, procederían según lo establecido en el plan perfecto: su propio plan.

Hicieron unos cuantos kilómetros hasta Wolf Lake, Indiana, donde encontraron un área remota y, habiendo despojado de sus ropas al cadáver, lo rociaron con acido clorhídrico para borrar huella alguna que pudiera vincularlos.

Ya anochecía, y decidieron parar a comer en un puesto de salchichas y cuando estaba lo suficientemente oscuro, ocultaron el cadáver en un desagüe que pasaba debajo de las vías del ferrocarril (Pennsylvania railroad).


"Siempre desee tener algún talento artístico... Bueno, el asesinato puede ser un arte, también. El poder de matar puede ser tan satisfactorio como el poder de crear..."


Richard Loeb era ornitólogo, entre otras cosas, sin mencionar que hablaba 4 idiomas con fluidez y ya se había graduado de la Universidad con 18 años.

Loeb conoció a Nathan Leopold, otro joven prodigioso, en la Universidad de Chicago, con el que compartía afinidades y creencias, entre ellas; la teoría Nietzscheana del superhombre. Ambos jóvenes se consideraban a sí mismos “superhombres”, más allá del bien y el mal y capaces de manejar a su antojo las vidas de los demás “inferiores”. Todas estas ideas se fueron transfigurando en un ambicioso plan: el plan de idear el asesinato perfecto.

Siete meses tardaron en planearlo, minuciosamente; cada palabra, cada movimiento, hasta que finalmente decidieron llevarlo a cabo.

Bobby Franks, un joven de 14 años que vivía a pocos metros de la residencia de los Loebs, fue elegido al azar tras haberles fallado la primera víctima que tenían en mente...

No importaba. Al fin y al cabo Bobby encajaba en la descripción de la víctima perfecta: era pequeño; para poder cargarlo sin mayor dificultad, era conocido de Loeb; por lo que no iba a resultar difícil conseguir que los acompañe voluntariamente y sin armar algún revuelto, y finalmente, era lo que ellos consideraban “un ser inferior”.


"Los buenos americanos mueren jóvenes en el campo de batalla, no? Bueno, los Davids de este mundo apenas ocupan lugar. Por eso era la victima perfecta para el asesinato perfecto."


Loeb y Leopold aparcaron en una tienda, donde copiaron la dirección de los Franks del directorio telefónico en un sobre donde ya había una nota y la despacharon en la oficina postal. Leopold llamó a la casa, donde contestó la señora Franks, y dijo que su hijo había sido secuestrado y que pronto se pondrían en contacto para darle las instrucciones.

De regreso se detuvieron en la casa de Nathan donde tomaron unos tragos con su padre y cuando éste se retiró siguieron con los tragos y se quedaron jugando cartas hasta la madrugada. Cuando todos dormían, quemaron las ropas del muchacho asesinado y limpiaron las manchas de sangre que habían quedado en el auto rentado para la ocasión. Arrojaron el arma asesina –un cincel- por la ventana del auto y se despidieron, dando por finalizado el día que los llevaría a la fama.


"No puedes tener miedo, Phillip, ninguno de nosotros puede. Eso es lo que nos diferencia de los hombres ordinarios. Otros solo hablan de cometer el crimen perfecto, pero nadie lo hace. Nadie comete un asesinato solo por el experimento de hacerlo.

Nadie excepto nosotros..."


Antes que los Franks pudieran pagar el rescate, el cadáver fue descubierto.

La policía encontró un par de anteojos cerca de la escena del crimen. Comunes a la vista excepto por el complejo mecanismo de bisagra. De hecho, solo tres personas en todo Chicago poseían tales anteojos; entre ellos, Nathan Leopold.

El tiempo los había aventajado, el plan perfecto se desbarataba. Leopold y Loeb dieron sus coartadas, argumentando éste, a favor de su amigo, que habían salido con unas chicas esa noche, de las que no recordaban sus apellidos y sin pensar, desafortunadamente para ambos, que su coche estaba aún en reparación. La noche cayó sobre ellos, y con ella llegó la confesión temprana.

Los jóvenes se declararon ambos culpables y fueron sentenciados a cadena perpetua por asesinato más 99 años por secuestro.














Richard Loeb murió en prisión en 1936 a manos de otro prisionero que alegó haber sido acosado sexualmente por Loeb.

En 1944, Nathan Leopold participó en un experimento médico, en el cual, voluntariamente fue infectado con Malaria.

Después de 33 años de prisión fue liberado bajo libertad condicional y se radicó en Puerto Rico, donde se casó con una viuda, escribió un libro (Life plus 99 years, 1958) y pasó sus últimos años trabajando como asistente en el laboratorio del Hospital General Castañer.

Murió de diabetes el 19 de Agosto de 1971, a los 66 años.


INTRODUCCIÓN


Cuando el tiempo enfrenta a la actualidad, la versatilidad se vuelve conveniencia, abraza al sol y le sonríe a la facilidad cómoda de olvidar las flores que forjaron al recuerdo. En los años de existencia humana, la historia vivió su lirismo prehistórico, antiguo, contemporáneo, recorriendo su alfombra roja decorando de anécdotas, el cielo despejado de algunos días, o rojo lluvioso de otros, abismados en la exclusión.

Una forma de contar, con vocación, con análisis e investigación profunda, lo que realmente existió alguna vez, en infinidades de ramas del arte, es el objetivo de este espacio por eso nuestra intención es estregar la lámpara y traer lo que está escondido, o intencionalmente olvidado para que, aunque sea, en este momento de la vida, se destape la tierra que ha ahogado la entereza de las cosas.

Si Rigor Mortis es la muerte, la intención no es que su parálisis se congele con los años, sino crear movimiento a su rigidez, a su status de un simple momento de sorpresa…simplemente es tiempo de lectura y sólo el lector podrá entender o seguir ignorando……